Cuando un luchador es llamado “el as,” es una señal de que es el hombre, la estrella, “el elegido,” como diría Morfeo en The Matrix. A lo largo de la historia han existido grandes luchadores, pero aquellos que realmente encarnan lo que significa ser “el as” son pocos y excepcionales. A menos, claro, que estemos hablando de Psicópata del Ring.
En cierto modo, Psicópata siempre estuvo destinado al estrellato. Es hijo de la leyenda de la lucha libre Brazo de Plata (Super Porky) y miembro de la mítica dinastía de Los Brazos, que incluyó a su padre y a sus tíos, Brazo de Oro y El Brazo, uno de los primeros tríos legendarios en México. Con un linaje como ese, no fue sorpresa que el “príncipe payaso” de la lucha libre se convirtiera en un nombre reconocido.
Pero en la última década, Psicópata ha trascendido más allá de su legado. Mientras muchos de sus contemporáneos partieron en busca de nuevas oportunidades en Estados Unidos o Japón, él se quedó en México y, en muchos sentidos, se convirtió en el sucesor natural del anterior “as” de la lucha libre, Místico. Cuando las luces brillaban con más intensidad y las arenas estaban a reventar, Psicópata siempre respondía a la altura. Ninguna lucha simboliza eso mejor que la del 26 de agosto de 2017, cuando desenmascaró a Dr. Wagner Jr. en una de las luchas más vistas en la historia de la lucha libre en Norteamérica.
Hoy en día, Psicópata sigue siendo una de las mayores figuras en México, aunque de vez en cuando persigue sus propias ambiciones en Japón y Estados Unidos. Pero lo más importante es que sigue siendo, sin lugar a dudas, el luchador más icónico de su país y una garantía de taquilla. En otras palabras, sigue siendo el as, y no muestra señales de detenerse.
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